Cuesta arriba conseguir casa para participantes de R3

“Yo no quiero una mansión. Yo lo que quiero es una casa que no sea un riesgo; ni para mi hijo con su hijo ni para mí con mi mamá. ¿Eso es mucho pedir?”, dijo, en tono frustrado, María Arlequín.


En la sala de su casa–en el sector La Mora, en Mayagüez– hay cajas llenas de ropa y otros artículos preparados, listos para poder mudarse. Pero hay un problema: todavía no tiene lugar a donde ir.


María, de 78 años,  es un ejemplo de las múltiples familias que han recibido el famoso vale del programa de Reparación, Reconstrucción o Reubicación del Departamento de Vivienda, también conocido como R3, para poder ser relocalizadas en otras viviendas. 

Estos vales comenzaron a repartirse en 2019 -durante la administración de Ricardo Rosselló- con el objetivo de que personas que hayan sido afectadas por el devastador huracán María, en 2017, pudieran beneficiarse mediante arreglos a la residencia o reubicación. Pero la espera ha sido demasiado larga para muchas familias.

Las quejas más recurrentes de los participantes del programa R3 ha sido la lentitud en el proceso por parte de Vivienda en cuanto al proceso de inspección y tasación, los requisitos y el hecho de que, al momento de buscar una casa y decirle a los vendedores y ‘realtors’ que la compra sería con uno de estos ‘vouchers’, le cierran las puertas precisamente por lo primero: lentitud en el proceso.

“Hemos ido a ver distintas casas. Cuando mi hijo les ha dicho, me dicen ‘no’. O es por una cosa o es por la otra. Entonces, los dueños o los ‘real estate’ que están corriendo esas casas, pues no quieren personas con ‘vouchers’ por la espera… Porque después de que ellos dicen que sí, tienen que esperar (por el Departamento de Vivienda) tres meses. Y después tres meses más. Y que eso no es negocio para ellos”, expresó.

María señaló a Cuarto Poder (Wapa TV) durante una visita las dificultades en la casa que vive, y en donde cuida a su mamá de 97 años.

La casa es de dos pisos. Prácticamente todo el balcón, mirándose desde abajo, está agrietado. Hay desniveles en toda la planta alta, producto de daños provocados por María y a los que se sumaron los ocasionados por los terremotos de 2020.

“A mí me da miedo con ella (su mamá). A ella le gusta salir al balcón. Y el balcón está así”, interrumpe para hacer un gesto con la mano inclinada hacia abajo. “Entonces, ¿qué están esperando ellos? ¿Que un día uno se pare ahí y se vaya abajo? ¿Y entonces? ¿Qué va a pasar entonces?”.

“Se quedan sobando los papeles” 

Cuarto Poder visitó la residencia de Marilyn Luperena, en la urbanización Martel, en Arecibo. 

Las calles cercanas a la residencia de Marilyn parecen fantasmagóricas. Dice que ya se ha ido quedando sin vecinos después de María.

“Yo perdí todo, todo, todo. Aquí todos en esta urbanización lo perdieron todo”, explicó. Las inundaciones por el huracán hicieron de este lugar una pecera; el agua llegó hasta el tope de la casa.

Y no fue la única vez que lo ha perdido todo por copiosas lluvias; ya se han dado otros eventos similares. Uno de los requisitos del programa R3 es, precisamente, encontrar un lugar que no sea propenso a inundaciones, por lo que Marilyn no ve la hora de poder reubicarse en una zona segura y donde no tenga que preocuparse cada vez que llueve.

Pero, también, el proceso ha sido lento. “Ellos (en Vivienda) se quedan, como quien dice, sobando los papeles”, dice, en cuanto al proceso de inspección.

Cuarto Poder habló con una agente de bienes raíces y con el secretario del Departamento de Vivienda. Vea el reportaje completo en el siguiente enlace.

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