Angélica Negrón una compositora boricua en el mundo clásico

Angélica Negrón es santurcina, aunque se crió en Carolina con su mamá quien siempre carga panderetas y bongós en el baúl “por si acaso”. Estudió violín desde pequeña en el Programa de cuerdas para niños, ahora Escuela Preparatoria, del Conservatorio de Música de Puerto Rico.

Cuando llegó el momento de elegir qué estudiar en la universidad la elección fue sencilla, o al menos así parecía. Comenzó a estudiar violín formalmente en el conservatorio y a la vez hacía un bachillerato en cine en la Universidad de Puerto Rico. Allá en la IUPI conoció gente que estaba en bandas, gente creativa de la escena independiente y comenzó a crear sonidos propios.

“Me pasaba en el piso grabando diferentes sonidos del arpa en un cassette player de esos de Radio Shack y después poniéndolos en la computadora…yo ni sabía, yo no tenía nada de skills de hacer música en la computadora, pero iba organizando y viendo qué querían los sonidos hacer”

Angélica Negrón

Mientras, en el conservatorio, se distraía de su parte cuando tocaba en la orquesta por estar más pendiente a los demás instrumentos. Tomó clases de arpa, de cello y se autoenseñó acordeón tratando de encontrar su instrumento hasta que entendió que lo que en realidad quería era escribir música para todos los instrumentos. Así que se cambió al Departamento de composición usando como portafolio la música que componía para su banda indie, nada clásico.

Años después completó una maestría en composición en NYU con muchísimas electivas de música para cine, algo que también disfruta hacer. Durante ocho años, enseñó composición a niñes bajo el programa Very Young Composers de la Orquesta Filarmónica de Nueva York. En algún punto, comenzaron a llegarle tantas comisiones que componer le acapara el tiempo. Ha compuesto para la Filarmónica de Los Ángeles, el Jardín Botánico de Nueva York, La Orquesta Sinfónica Nacional, entre otras agrupaciones. También ha compuesto música original para películas y documentales como Landfall.

Le encanta componer para cuerdas en conversación con sonidos electrónicos; lo inusual así como sus inicios experimentales. Describe su sonido como “abierto, vulnerable, honesto y juguetón”. Reta los espacios tradicionales donde se toca la música, habla de quién es, de dónde viene y también tiene una irreverencia juguetona que no se lo toma muy en serio. Dentro de esa exploración artística, y con su formación en cine, podemos encontrar a Angélica usando brócolis, coliflores y otros vegetales como instrumentos electrónicos en sus presentaciones.

“Cuando empecé a incorporar cosas electrónicas me di cuenta que hay un problema…¿cómo se toca en vivo? Muchas veces es una laptop y no se ve la acción del sonido y para mi eso es súper importante. Yo quería ver de dónde salía el sonido, ver algo que me invitara más a la música que una laptop y ahí empiezo a explorar instrumentos inusuales y robóticos. Todo es parte de una investigación, de tratar de resolver ese problema, tratar de quitar el misticismo ese de que la música electrónica es inaccesible, fría y solo para algunos que tienen cierto nivel tecnológico”

Angélica Negrón

El mundo de la música clásica es primordialmente blanco, europeo y muerto, dice Angélica. Es un espacio que, históricamente, no ha sido acogedor para las mujeres, mucho menos latinas. A principios de su desarrollo sentía que tenía que probarse, lo que puede ser peligroso porque, a veces, eso significa asimilar una cultura que no es la propia. Sentía una disonancia. Después de mucho tiempo entendió que es más importante ser honesta y completamente lo que es, sin pedir permiso.

“Mientras más éxito tengo siento que también tengo que ser súper consciente de para quién estoy creando porque en la música clásica muchas veces lo que quiere decir es acceso a espacios más y más exclusivos, de gente que no son mi gente y para mi es importante tratar de ver cómo puedo jamaquear esas estructuras. Eso es súper necesario y la gente responde porque llevan esperando por eso mucho tiempo”

Angélica Negrón

Recientemente ganó el premio por nominación Hermitage Greenfield en Sarasota, Florida. El premio Incluye una comisión de $30,000 y una residencia de seis semanas. La pieza que propuso se estrenará en 2024 y será para viola, cello, contrabajo, percusión, arpa y electrónicos. Se tocará en la playa con el tempo coordinado al atardecer cual ejercicio de meditación. Para Angélica es una oportunidad de recordarse la importancia de estar presente, bajar revoluciones y pausar.

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